y Dios confiesa.
Es América, su camello personal;
y todas las noches, metadona en vena,
a través de un afilado rascacielos.
Unos golpecitos y para
dentro.
Un poco de paraíso en vena
y todo va bien.
Yo,
niñoDios.
Las palabras son mi erotismo,
y me masturbo con el latigazo sordo y explosivo
de la X en mi mente.
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